Pobrecito Mortal
El pasado martes 27 de abril asistí a una conferencia de la Comisión Interamericana de Arbitraje Comercial en el CAM Santiago y, entre los asistentes, se encontraba el ex ministro del interior del régimen militar (dictadura para otros) Sergio Fernández, quien entra relajadamente a la sala de conferencias del Edificio del Comercio en Santiago (Chile) para ubicarse cerca de la puerta. Con posterioridad entra el ex subsecretario del interior del gobierno de Ricardo Lagos, don Jorge Correa Sutil, quien gentilmente y con reverencias –literalmente esto último- saluda a don Sergio Fernández. Le pregunta por la familia, por cómo ha estado, etc., etc. Todo muy civilizado, todo en forma muy cortés, como se estila entre personas de cierta alcurnia.
Ahora bien, hace ya un tiempo –desde la asunción al poder de Sebastián Piñera -, he podido apreciar como muchas personas, igual que uno, absolutamente comunes y corrientes, discuten en forma incivilizada y de manera poco cortés, acerca de la capacidad o no del actual Gobierno. Se habla constantemente que este es el gobierno de los empresarios, que hay conflictos de interés, se deja entrever -de manera bastante directa- por algunos que Sebastián Piñera es desinformado – o francamente, ignorante-, pronuncia mal y que, en definitiva no tiene capacidad para llevar sobre sus hombros la primera magistratura de este país. Al final del día, las críticas son simple animadversión a un gobierno de derecha; no son más que una reacción emocional: “un golpe sobre la mesa”.Entonces, mis queridos lectores, la conclusión final es que a nivel de las “cúpulas” de poder, donde realmente se encuentran aquellos que gobiernan, cuando no se encuentra una cámara o un micrófono presente, da lo mismo ser de izquierda o de derecha, de la Concertación o de la Alianza. Sin embargo, en el nivel más bajo, donde nos encontramos el resto de los ciudadanos y no ciudadanos, si pareciera importar de qué lado se está. A veces importa mucho, no por una razón muy grande ni muy de fondo, sino porque, al parecer, en este nivel en que nos movemos aquellos que no gobernamos el apasionamiento es mayor, quizás también, porque las decisiones que se toman en el nivel más alto impactan en forma más drástica en el común de la gente.
Para terminar, quisiera decir que me parece una pena tanta inquina entre nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes. Pena, ya que quienes están encargados de representar directamente nuestras ideas y nuestras necesidades, no se apasionan tanto como aquellos que protestan, hacen desmanes, o simplemente hacen un comentario mal intencionado.
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