¿Es Dios un desempleado más?

Hay una canción de Shakira que se llama “Octavo Día” y dice algo así como que Dios al octavo día de haber creado el mundo se fue a dar un paseo por el espacio sideral y cuando volvió se encontró con un desastre total y además desempleado. El pobre Dios hoy vagaría por las calles esperando a que alguien quiera conversar con él.

Tristemente, esta canción de Shakira cuán verdad es. Dios es hoy en día un desempleado más. Muchas personas prefieren, para pasar las penas, refugiarse en analistas, fármacos y otros tipos de drogas. Antes, las personas creían en Dios y cuando tenían un problema lo recordaban y, de alguna manera, sus penas se morigeraban. Otros dicen que no confían en Dios, ya que si él existe y proclama el bien, entonces por qué permite que pasen tantas calamidades, pero qué culpa tiene Dios de habernos dado libre albedrío (si no tuviéramos libertad también se quejarían).

Parece que Dios va a seguir siendo un desempleado más y veo difícil que alguien lo quiera contratar, porque la gente prefiere adorar a The Police, Soda Stereo, Pink Floyd o alguna otra estrella del espectáculo. Incluso hay quienes han decidido adorar a Luly Love, Adriana Barrientos o Tonka Tomicic. ¿Será bueno adorar a personajes tan humanos como nosotros? ¿Y si se adora a estos personajillos de la triste farándula criolla, por qué mejor no adorarnos nosotros mismos? Recuerden que por ahí dicen que hay que quererse a uno mismo.

Pobre Dios. Cada vez más sólo y abandonado. Ni siquiera se acercan para conversar con él. En verdad, cuando dicen que Dios está en el pobre o en el desvalido no se equivocan, ya que no nos acercamos a hablar con Dios y lo mismo hacemos con el pobre(indigentes en situación de calle, por ejemplo) y con el desvalido; pasamos por el lado de ellos y no los vemos o tratamos de no verlos, porque los consideramos desagradables, o quizás por el temor a correr la misma suerte que esas personas.

Después de escuchar esta canción quiero contratar a Dios. Pobre Dios, me da pena que ya nadie lo quiera. Es más fácil culparlo a él de todo lo malo, que alabarlo por todo lo bueno. Algunos dirán por ahí que son más las cosas malas que las buenas, pero ¿no será que las cosas malas nos dejan más marcas y por eso las recordamos más?

En todo caso y para finalizar. Es mejor y más fácil la vida con Dios que sin él. Y para los que dicen que es el opio del pueblo, por último, es más barato que pagarle a un analista.