El Hombre Bicentenario
Hay una película que cada vez que la veo me conmueve hasta las lagrimas. No importa lo que esté viendo previamente, si están dando esa película ahí me quedo pegado. El film en cuestión se llama: “El Hombre Bicentenario”, basada en un relato de Isaac Asimov y actuada por Robin Williams.
Hay varias películas en que actúa Robin Williams que me llaman la atención por la magia que ellas entregan y que me hacen pensar lo necesario que es vivir la vida sazonándola con un poco de magia. Nuestra magia. Esa que nos vuelve verdaderamente humanos.
Muchas personas dicen que la vida es dura. Que es simplemente lo que podemos ver y sentir, que no hay más. Desde ese punto de vista es verdad. Sí, la vida es dura – no larga, sólo dura -, pero ¿no sería más fácil si le pusiéramos más magia a nuestras existencias?
Hace años atrás – recuerdo que aún era niño – en una “Cámara Viajera”, Don Francisco, visitó una isla muy pobre, pero bonita, y le preguntó a una señora si acaso la vida en ese lugar no era muy difícil; a lo que la señora le respondió: “Sí, es difícil. Pero tratamos que parezca fácil”. De eso se trata, a eso me refiero cuando hablo de ponerle magia a la existencia. Como cuando en una cámara de vídeo elegimos grabar con el filtro sepia: lo que vemos es lo mismo que hay allí, sólo que con otra tonalidad.
Creo que ésta es una forma de “vivir feliz”(para siempre), no de “ser feliz”(para siempre), ya que esto último resulta imposible teniendo en cuenta que el sufrimiento es parte del paquete que es nuestra existencia.
Otra forma de vivir feliz – he pensado – es reconocernos que somos simplemente animales. Que no somos más que otra especie de monos.
Esto último, lo he probado y me he reído bastante. ¿Por qué? Se preguntarán ustedes. Sencillamente porque cuando veo, por ejemplo, que alguien se comporta con altanería o que se cree más que el resto, me imagino un chimpancé haciendo los mismos gestos, teniendo las mismas expresiones corporales.
Además, según esta visión, es más fácil comprender ciertas actitudes de las personas. Por ejemplo: Cuando una persona es agresiva, me pregunto: ¿Por qué los animales se comportan agresivamente? Una de las respuestas es porque sienten miedo. Entonces, cuando nos encontramos con personas agresivas o muy protegidas (dos formas de reacción ante el miedo), la razón sería, porque en el fondo sienten miedo.
Cuando hoy las personas dicen que no son felices, creo que es porque, lamentablemente, es muy difícil reconocernos que somos animales y ver la vida de manera más sencilla. El ser humano, al parecer, tiende casi atávicamente a olvidar esta condición y creer que es más, que es superior a otras especies (Ja, si supieran que genéticamente somos en un 98% iguales a los chimpancés).
Por otra parte, cuando el homo sapiens sufre en el día a día frustraciones, cuando él mismo siente que no se ajusta o no puede alcanzar los parámetros que el resto de la sociedad le propone (que no son otra cosa que una magia colectiva, un ideal casi inalcanzable para todos, que no se ajusta a la magia propia que cada uno de nosotros debe crear para aplicarla a su propia vida) se llena de infelicidad y tristeza (Esta magia colectiva es como un traje que no está hecho a nuestra medida, puede que nos quede grande o chico).
Al parecer, el gran error del ser humano es querer comportarse como “SER HUMANO”, pero lamentablemente se comporta más instintivamente y quiere seguir siendo un “Ser Humanos” – con mayúsculas -, ya que no se puede ser lo uno y lo otro a la vez.
En consecuencia, habrían dos formas de vivir felices:
1) Ponerle magia a la forma en que vivimos nuestra existencia; y
2) Reconocer que sólo somos animales y tener eso siempre presente.
De éstas dos formas se podría “vivir feliz”. Lamentablemente, la primera opción exige comprometernos con nosotros mismos. Comprometernos a ver la vida de una manera distinta, y esto, también exige vivir de manera distinta, lo cual es muy difícil, ya que es complicado comprometerse para siempre. Aunque sea con nosotros mismos.
La segunda opción, por otra parte, también resulta inaplicable, ya que tendemos inconscientemente a olvidar que somos simples animales y que nadie es más o menos que nadie.
En conclusión, lo único que quedaría es creer en Dios. En cualquier dios, lo importante es tener una creencia religiosa que nos imponga el ver la vida de una manera distinta.
En referencia a esto último, se ha comprobado científicamente que la gente que profesa alguna religión – y que es practicante – tiende a ser más feliz y vivir más que el resto.
Bueno, al final este post trató poco de la película que les hablaba al principio. Sólo me queda recomendarla, ya que es una película linda por dentro y por fuera, que nos enseña a apreciar el hecho de ser “seres” y no simples “cosas”; y como las cosas, si pudieran sentir, desearían ser “seres” y no sólo simples “cosas” (lamentablemente a veces tratamos a otras personas como cosas, sin pensar lo crueles que somos actuando de esa manera).
Véanla, aprovechen que es casi invierno. La arriendan para el fin de semana y la disfrutan, no se van a arrepentir. Incluso puede que lleguen a comprender lo necesaria que resulta la muerte y lo triste que sería si nosotros fuéramos inmortales y nuestros seres queridos no.
Hay varias películas en que actúa Robin Williams que me llaman la atención por la magia que ellas entregan y que me hacen pensar lo necesario que es vivir la vida sazonándola con un poco de magia. Nuestra magia. Esa que nos vuelve verdaderamente humanos.
Muchas personas dicen que la vida es dura. Que es simplemente lo que podemos ver y sentir, que no hay más. Desde ese punto de vista es verdad. Sí, la vida es dura – no larga, sólo dura -, pero ¿no sería más fácil si le pusiéramos más magia a nuestras existencias?
Hace años atrás – recuerdo que aún era niño – en una “Cámara Viajera”, Don Francisco, visitó una isla muy pobre, pero bonita, y le preguntó a una señora si acaso la vida en ese lugar no era muy difícil; a lo que la señora le respondió: “Sí, es difícil. Pero tratamos que parezca fácil”. De eso se trata, a eso me refiero cuando hablo de ponerle magia a la existencia. Como cuando en una cámara de vídeo elegimos grabar con el filtro sepia: lo que vemos es lo mismo que hay allí, sólo que con otra tonalidad.
Creo que ésta es una forma de “vivir feliz”(para siempre), no de “ser feliz”(para siempre), ya que esto último resulta imposible teniendo en cuenta que el sufrimiento es parte del paquete que es nuestra existencia.
Otra forma de vivir feliz – he pensado – es reconocernos que somos simplemente animales. Que no somos más que otra especie de monos.
Esto último, lo he probado y me he reído bastante. ¿Por qué? Se preguntarán ustedes. Sencillamente porque cuando veo, por ejemplo, que alguien se comporta con altanería o que se cree más que el resto, me imagino un chimpancé haciendo los mismos gestos, teniendo las mismas expresiones corporales.
Además, según esta visión, es más fácil comprender ciertas actitudes de las personas. Por ejemplo: Cuando una persona es agresiva, me pregunto: ¿Por qué los animales se comportan agresivamente? Una de las respuestas es porque sienten miedo. Entonces, cuando nos encontramos con personas agresivas o muy protegidas (dos formas de reacción ante el miedo), la razón sería, porque en el fondo sienten miedo.
Cuando hoy las personas dicen que no son felices, creo que es porque, lamentablemente, es muy difícil reconocernos que somos animales y ver la vida de manera más sencilla. El ser humano, al parecer, tiende casi atávicamente a olvidar esta condición y creer que es más, que es superior a otras especies (Ja, si supieran que genéticamente somos en un 98% iguales a los chimpancés).
Por otra parte, cuando el homo sapiens sufre en el día a día frustraciones, cuando él mismo siente que no se ajusta o no puede alcanzar los parámetros que el resto de la sociedad le propone (que no son otra cosa que una magia colectiva, un ideal casi inalcanzable para todos, que no se ajusta a la magia propia que cada uno de nosotros debe crear para aplicarla a su propia vida) se llena de infelicidad y tristeza (Esta magia colectiva es como un traje que no está hecho a nuestra medida, puede que nos quede grande o chico).
Al parecer, el gran error del ser humano es querer comportarse como “SER HUMANO”, pero lamentablemente se comporta más instintivamente y quiere seguir siendo un “Ser Humanos” – con mayúsculas -, ya que no se puede ser lo uno y lo otro a la vez.
En consecuencia, habrían dos formas de vivir felices:
1) Ponerle magia a la forma en que vivimos nuestra existencia; y
2) Reconocer que sólo somos animales y tener eso siempre presente.
De éstas dos formas se podría “vivir feliz”. Lamentablemente, la primera opción exige comprometernos con nosotros mismos. Comprometernos a ver la vida de una manera distinta, y esto, también exige vivir de manera distinta, lo cual es muy difícil, ya que es complicado comprometerse para siempre. Aunque sea con nosotros mismos.
La segunda opción, por otra parte, también resulta inaplicable, ya que tendemos inconscientemente a olvidar que somos simples animales y que nadie es más o menos que nadie.
En conclusión, lo único que quedaría es creer en Dios. En cualquier dios, lo importante es tener una creencia religiosa que nos imponga el ver la vida de una manera distinta.
En referencia a esto último, se ha comprobado científicamente que la gente que profesa alguna religión – y que es practicante – tiende a ser más feliz y vivir más que el resto.
Bueno, al final este post trató poco de la película que les hablaba al principio. Sólo me queda recomendarla, ya que es una película linda por dentro y por fuera, que nos enseña a apreciar el hecho de ser “seres” y no simples “cosas”; y como las cosas, si pudieran sentir, desearían ser “seres” y no sólo simples “cosas” (lamentablemente a veces tratamos a otras personas como cosas, sin pensar lo crueles que somos actuando de esa manera).
Véanla, aprovechen que es casi invierno. La arriendan para el fin de semana y la disfrutan, no se van a arrepentir. Incluso puede que lleguen a comprender lo necesaria que resulta la muerte y lo triste que sería si nosotros fuéramos inmortales y nuestros seres queridos no.
Tus 2 alternativas me resultan poco aplicables. Saberse animales?, no creo pues no hay forma de comprobar la felicidad de un animal salvo creer que el animal es feliz, y esa felicidad se mide por lo que se entiende por felicidad humana.
ResponderBorrarLo de la magia, tampoco me tinca, pues tarde o temprano la magia se descubre, y en consecuencia se acaba la felicidad.
La alterantiva c) creer en Dios o dios, se puede ser feliz o infeliz creyendo en dios o no.
Asiq no creo q hayas encontrado la panacea para la felicidad. En todo caso, sigue buscando Wright.
Je, je. Parece que dio que hablar el post.
ResponderBorrarEn todo caso sigo sosteniendo y no me cabe la menor duda que somos animales, bajo un disfraz de seres superiores(humanos).
Pancho es fag
ResponderBorrarHola!!!
ResponderBorrarllegue aca de copuchenta no más
jojo
me encanta undertaker
Lo amooo!
tonces me meti por la foto
y luego para dar las gracias
sobre el programa de las fotos
gracias :D
Besitos
y lo leo...
jajaja.
ResponderBorrarbien brinwrit!!